lunes, 24 de mayo de 2010

OBESIDAD ESCOLAR INFANTIL


Definición obesidad:

Se considera obesidad a un exceso de peso corporal, a expensas fundamentalmente de la masa grasa, situación que altera la salud del individuo y lo pone en riesgo de desarrollar una enfermedad crónica. Clínicamente, un niño se considera obeso cuando su peso supera en más de un 20% el peso medio ideal para su edad, talla y sexo. Para mayor certeza diagnóstica, esto debería ser complementado con algún índice que permita estimar grasa corporal, como por ejemplo, la medición de pliegue tricipital.



Formas de evaluación según la edad

Para la evaluación del estado nutricional en el lactante y en el niño menor de 6 años, se considera obeso a aquél cuyo peso para la talla se ubica por sobre 2 DS en los gráficos de referencia del NCHS para el sexo correspondiente, y sobrepeso o en riesgo de obesidad cuando este indicador se ubica entre +1 y +2 DS.


Estadísticas en menores de 6 años




Para los niños mayores de 10 años o que han iniciado desarrollo puberal, la OMS recomienda el uso del índice de masa corporal (IMC), que se calcula dividiendo el peso actual por la talla al cuadrado. Los criterios sugeridos para definir obesidad son: IMC mayor al percentil 95 o bien, IMC mayor al percentil 85, asociado a medición de pliegues tricipital y subescapular superior a percentil 90 de los valores de referencia del NCHS.

Situación nutricional menores 2 años (%)


DEIS MINSAL

Factores que afecta

En el origen de la obesidad participan el aumento de la ingestión de calorías, la disminución del gasto energético y factores genéticos.

La obesidad se produce por una alteración en el balance energético, en el cual la ingestión de energía en los alimentos excede el consumo energético por parte del organismo y, por lo tanto, el exceso se almacena como triglicéridos en el tejido adiposo.


Los factores ambientales que contribuyen al desarrollo de obesidad son múltiples, siendo los más destacados la sobrealimentación y el sedentarismo.

La sobrealimentación desde épocas tempranas de la vida debido al reemplazo de la lactancia materna por la lactancia artificial, a la introducción precoz de la alimentación complementaria y al aporte de alimentos en cantidad superior a la necesaria, se ha correlacionado con aparición posterior de obesidad; sin embargo esto parece estar más relacionado a un aporte calórico excesivo que a la práctica alimentaria en si misma. El cambio observado en las últimas décadas en los hábitos de comer, con la introducción de alimentos que aportan muchas calorías, especialmente en base a grasas y azúcares refinados, favorece un consumo de nutrientes superior a los requerimientos promedio y contribuye al desarrollo de sobrepeso y obesidad desde la niñez.

La menor actividad física, producto de las condiciones de vida moderna, el reemplazo de las actividades recreativas al aire libre por visitas a centros comerciales y el uso masivo de la televisión y el computador como pasatiempos han contribuido a fomentar un estilo de vida cada vez más sedentario.

Con respecto a la influencia genética, se sabe que los hijos de padres obesos tienen mayor probabilidad de ser obesos, especialmente si ambos padres lo son, y también existe una alta correlación de obesidad en gemelos univitelinos criados en una misma familia o por separado, como lo han demostrado diversos estudios. El mecanismo de acción aún no está claro, pero existen algunas evidencias que sugieren una mayor eficiencia en el aprovechamiento de la energía.

Las cifras actuales muestran que este problema constituye uno de los principales problemas de salud pública del país. Nuestro país cuenta con información privilegiada gracias a la evaluación del peso y talla efectuada a los niños menores de seis años que se efectúa en los controles de salud de los establecimientos de atención primaria de salud, así como en las escuelas en el primer año básico. Estas actividades han permitido conocer el problema, así como observar su tendencia en el tiempo.

Datos provenientes de numerosos estudios muestran que variables como la edad, el nivel socioeconómico, así como la región del país, tienen una enorme influencia en la frecuencia del problema, encontrándose que en la medida que va aumentando la edad, la prevalencia de obesidad es mayor. Cuando los datos se analizan por regiones, se encuentra que la obesidad infantil es mayor en las regiones extremas del país como Arica y Magallanes y cuando se analiza por nivel socioeconómico, la mayor frecuencia aparece en los niños pertenecientes a los quintiles de ingresos más bajos o sea lo más pobres.

La información que entrega anualmente la Junta Nacional de Auxilio Escolar y Becas (www.junaeb.cl) muestra que en los escolares la obesidad alcanzó el año 2006 un 19,4%.






Actualmente 2010 habría 9 millones de gordos en Chile. Según las estadísticas actuales, al año 2010 Chile tendrá 4.350.969 personas obesas. De ellos 2.732.015 corresponderán adultos, 1.294.649 serán niños y 324.305 adultos mayores.

Si le agregamos la población con sobrepeso, equivalente a 4.679.400 personas, se alcanzaría un total de 9.030.369 individuos, potenciando el riesgo a sufrir diabetes del tipo2, que el año 2010 podría afectar a 1.500.000 personas, el doble de las actuales 750 mil; además de otros riesgos asociados como enfermedades coronarias, infartos cerebrales y cáncer de colon.

La Organización Mundial de la Salud (OMS), señala que la obesidad y el sobrepeso han alcanzado carácter de Epidemia a nivel mundial. Más de 1.000 millones de personas adultas tienen exceso de peso y de ellas, al menos 300 millones son obesas.
Chile no queda fuera de éstas cifras, la obesidad y el sobrepeso:


• afectan al 25% en niños menores de 6 años
• al 35% entre 7 y 9 años
• a 20% en escolares entre 10 y 19 años
• 38% en adultos entre 20 y 49 años, proporción que es mayor en las mujeres, y aumenta con la edad y significativamente superior en los niveles socioeconómicos más bajos.
• un 50% en adultos mayores de 50 años.
• un 33,4% de las embarazadas también sufre ésta enfermedad.

Observaciones

Algunos estudios efectuados en Chile y la observación en terreno de médicos y profesores muestran que un porcentaje importante de niños llega al colegio sin tomar desayuno. Un estudio efectuado en Santiago encontró que un 4% de los escolares no lo hacía y que después de un período de intervención educativa este porcentaje incrementaba a un 12%, cifra aún extraordinariamente baja. Estos mismos niños llevaban colaciones desde sus casas en base a alimentos tipo snacks y bebidas azucaradas que representaban en promedio unas 500 kcal/día. Si bien no existen estudios que evalúen en el largo tiempo el impacto de estas colaciones frecuentes, para los niños que requieren en promedio entre 1500 a 1800 kcal/día, sin duda esta colaciones o “snacks” representan un incremento significativo del aporte de energía en la dieta diaria.

El tema de los kioscos en los colegios y los alimentos que allí se venden debieran ser motivo de preocupación de los colegios y de las asociaciones de padres como una forma de limitar el avance de la obesidad infantil. Es difícil tener kioscos saludables, al menos que sólo se ofrezcan frutas y algunos yogurt descremados, porque en general los alimentos destinados a las colaciones no cumplen con los requerimientos necesarios para denominarse saludables. Probablemente si los padres enviaran colaciones simples desde el hogar basadas en frutas, leche sin endulzar, sándwich caseros podríamos limitar la entrega de calorías excesivas e innecesarias a los niños. Un tema que deberían discutir los colegios es que si con la magnitud del problema de la obesidad, hipercolesterolemia, hipertensión y diabetes presentes en nuestros escolares se justifica seguir teniendo kioscos en los colegios, donde por el momento no se podrá contar con suficiente alimentos saludables que justifiquen su permanencia.


Que debemos hacer al respecto…..


Para obtener resultados positivos es indispensable que exista motivación y colaboración de la familia, lo que se ve facilitado por el trabajo en equipo y exige sensibilidad y empatía del profesional en su trabajo con el niño y su familia, y a la vez la convicción de su parte de que la obesidad es un problema crónico de salud que puede ser tratado y mejor aún, prevenido.
Inicialmente, es necesario evaluar si existe una voluntad para el cambio, en el niño o adolescente y en su familia. Las familias que no están listas para cambiar pueden expresar una falta de preocupación acerca de la obesidad del niño o creer que es inevitable y no mostrar interés en efectuar cambios. Dependiendo de la severidad de la obesidad, las familias que no están aún dispuestas al cambio pueden beneficiarse de consejo para mejorar la motivación o postergar la terapia hasta que ellos estén listos.
Cambio dentro del ambiente escolar
Dos mini-pausas diarias de cinco minutos en horas de clases para romper el sedentarismo y estimular el aprecio por el ejercicio físico; quioscos saludables con alimentación de calidad que contenga proteínas, leche, frutas y verduras y no sólo calorías, son algunas de las medidas que patrocinará el Ministerio de Educación en todos los colegios de Chile, para revertir los actuales índices de obesidad en los escolares.

El desafío está en crear un cambio conductual de los individuos y de la sociedad, ya que el problema es transversal y que son múltiples los factores que inciden en la obesidad.”

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